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¿Más de lo mismo?: gente tóxica, siempre presente

Lo que vislumbraba como un cambio, rápidamente se transformó en desilusión.  La llegada de Casali y un nuevo equipo administrativo suponía un giro de 360° en el Municipio de Libertador San Martín. Sin embargo, las decisiones y las políticas impuestas hasta el momento no reflejan ninguna mejoría respecto de la dirección anterior.

La gestión de Ordoñez fue mala. Pésima. Las críticas llovieron sobre él y su gestión autónoma. Las facetas más polémicas del ex intendente tenían relación con su toma de decisión exclusiva. Nadie podía modificar su opinión. Todas las ejecuciones eran por obra suya. Casali, por otro lado, es un tipo sereno, tranquilo, manipulable para los mal pensados. Resulta interesante notar que un empleado puede “manguearle” $5000 de viáticos, mientras que se les recortan las horas al personal que trabaja en el corralón municipal. ¿Amiguismo? ¿Intereses prioritarios? Nada de eso. Las decisiones que tomó Casali hasta el momento son propias de una persona que naufraga hacia donde los que “saben” le indican. Camina seguro en un camino construido por ignorantes, que día a día lo asesoran en el rumbo a un sendero erróneo y perdido. Su figura es vista con una mirada dudosa por sus pares del vecinalismo, y es ignorada por la oposición: saben que con la gestión que lleva en estos 7 meses lo único que hizo fue cavar su tumba.

Pero no solo Casali ha tenido problemas en las decisiones. Rodríguez, presidente del Concejo, también ha cometido varios actos fallidos desde que asumió como funcionario público. La foto con el pulgar para arriba, donde festejaba la recuperación de un edificio histórico a costa de la muerte de un vecino, no deja mucho margen de dudas. El tipo no es político, no posee experiencia y se guía por su instinto. No existe una persona capaz de indicarle qué acciones serían convenientes. A pesar de que no está tan rodeado de influencias como Casali, sorprende ver que igualmente se rodea de cabezas sin ideas. Ubicar a De Sousa como uno de los coordinadores del proyecto Puiggari, una propuesta ambiciosa del vecinalismo, fue el primer paso en falso. Otorgarle responsabilidades a la irresponsable área de Turismo es otra de las equivocaciones notorias que ha llevado a cabo. La encargada, una incompetente que justifica su sueldo cebando mates, prometió obtener fondos antes de agosto. Veremos cómo le va. Desde nuestro lado somos más que pesimistas. Pero pesimistas que apuestan seguro: ese dinero prometido jamás se concretará en favor de los vecinos.

Pareciera que el barco no va a ningún lado. Bah, mirándolo bien, en realidad podemos notar que continúa viajando en los mismos puertos de estancamiento y corrupción. La lentitud y la ineficacia, siguen estando presentes. Los soquetes, compañeros incansables de los poderosos, siguen rodeándolos.

Para terminar me gustaría reflexionar con una frase que me dejó pensando las últimas semanas: “La estupidez es una enfermedad de lo más curiosa, no la sufre quien la padece, sino quienes la rodean”.

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